Helen Keller: coraje y valentía sin límites

Una de la personas más notables e inspiradoras del siglo pasado fue la estadounidense universal Helen Keller (1880-1968), admirable mujer que, siendo ciega y sorda, supo vencer a la adversidad y el infortunio mediante un empeño que aún asombra y cautiva al mundo entero, dado que, a pesar de sus tremendas limitaciones físicas, fue autora, activista y apasionante oradora.

helen keller

No inclines nunca la cabeza, tenla siempre erguida. Mira al mundo directamente a la cara.

Nació el 27 de Junio de 1880 en Alabama, hija de un editor de prensa. Antes de su enfermedad era una niña con mucha vitalidad y buena salud, y con una personalidad sociable. Podía andar e incluso decía unas cuantas palabras. La fiebre le apartó del mundo, dejándola sin poder ver la luz y sin poder oír los sonidos.

Helen pronto comenzó a explorar el mundo usando sus otros sentidos. Seguía a su madre cuando se movía. Tocaba y olía todas las cosas que estaban alrededor de ella y sentía las manos de otras personas para «ver» lo que estaban haciendo y copiaba sus movimientos. Era capaz de hacer algunos trabajos por sí misma de forma rápida, como ordeñar las vacas o dar forma con sus manos a la masa. Helen aprendía y reconocía a las personas palpando sus caras y sus ropas. También podía decir en qué lugar del jardín se encontraba olfateando las diferentes plantas y pisando con sus pies sobre la hierba.

Helen era extremadamente inteligente y muy sensible. Era capaz de moverse con sus sentidos en un mundo que le era extraño y confuso, pero tenía sus propias dificultades. A los cinco años de edad comenzó a darse cuenta que era diferente a las demás personas. Se daba cuenta de que su familia no usaba los signos como ella lo hacía sino que se comunicaba con su boca. A veces se colocaba entre dos personas y les tocaba sus labios. No podía entender lo que estaban diciendo y no era capaz de transmitir sonidos para querer decir algo con significado. Quería hablar pero siempre que lo intentaba no se le entendía. Entonces se enfadaba pegándose golpes contra la pared de su habitación, pegando patadas y llorando con frustración.

Con el tiempo, al ir haciéndose mayor su frustración aumentaba y su rabia iba a peor. Se convirtió en una niña salvaje y revoltosa. Si no conseguía lo que deseaba se ponía muy agresiva hasta que su familia le daba lo que ella pedía. Sus travesuras favoritas eran tirar la comida de los platos de otras personas y romper objetos frágiles tirándolos al suelo. Una vez encerró a su madre en una despensa. Esta situación hizo evidente que era necesario hacer algo, entonces su familia contrató una tutora privada.

Su tutora: Anne Sullivan

Helen Keller with Anne SullivanAnne Sullivan venía de un ambiente pobre. Perdió la visión cuando tenía cinco años y fue abandonada en una casa muy pobre. Tuvo la suerte de encontrar un lugar donde fue bien acogida, el Colegio Perkins para Ciegos en Boston. En el colegio le llamaban «fiera» por su aspecto de cabezona y por su mala actitud. Afortunadamente el director se dio cuenta de que podía aprender a comportarse y ser una de las alumnas más inteligentes. Después de varios años, y tras dos operaciones recuperó la visión, y se graduó obteniendo un título de honor. Para el director de la escuela estaba claro que Anne Sullivan era la persona adecuada para educar a Hellen Keller.

Anne pronto se dio cuenta de por qué Hellen tenía tantas rabietas. Ella sabía que si podía enseñarle a comunicarse, Hellen llegaría a ser una persona diferente. Antes de comenzar a educar una niña tan salvaje, tenía que controlarla. Cuando Anne intentaba evitar que Hellen hiciese algo que no le gustaba, Hellen daba patadas, gritaba y mordía. Anne conseguía vencer las esa utilizando su fuerza y mucha paciencia.

El siguiente paso fue enseñar a Hellen el alfabeto manual: un lenguaje de signos en el que cada letra es signada en contacto con la mano de la persona sordo-ciega, de manera que pueda sentir la forma del signo y su significado. Cada letra tiene un signo separado. Esto significa que las palabras y las frases pueden ser deletreadas. También permite que se puedan expresar las ideas más abstractas. Anne le ponía en contacto con el agua y le deletreaba la palabra A-G-U-A, haciéndolo repetidas veces, hasta que Hellen empezó a darse cuenta que cada letra que deletreaba representaba el significado del agua. Esta experiencia le ayudó a darse cuenta que cada cosa que había en el mundo tenía un nombre. Así comenzó a animarse y cada cosa que encontraba la cogía y preguntaba a Anne cómo se llamaba.

Anne continuó enseñándola durante los años siguientes. Le hablaba sobre todas las cosas que ocurrían a su alrededor. Deletreaba todas las cosas en la mano usando frases completas más que simples palabras. Trabajando de esta manera, Anne iba preparando a su alumna Hellen, con nuevas palabras e ideas que necesitaría para poder prepararla para enseñarle a hablar.

Las dos solían pasear juntas por el campo hablando sobre las ideas que surgían de la mente de Hellen. De este modo Anne consiguió mantener la atención y el interés de Hellen a aprender cosas cada vez más interesantes. También hizo que participase en nuevos y atractivos hobbies, como navegar en una barca, saltar desde un tobogán….

Como resultado de todo este trabajo, Hellen llego a ser más civilizada y amable, y pronto aprendió a leer y escribir en Braille. También aprendió a leer de los labios de las personas tocándoles con sus dedos y sintiendo el movimiento y las vibraciones. Este método se llama Tadoma y es una habilidad que muy pocas personas pueden llegar a desarrollar. También aprendió a hablar, el mayor logro de alguien que no puede oir absolutamente nada.

Anne decidió que Hellen aprendiese todo lo que luego necesitaría para poder ir al colegio. En 1888 las dos fueron al Instituto Perkins para Sordos en Boston. Allí Anne continuó enseñando a Hellen, con materiales y textos que había en la escuela. En 1894 fueron a la Escuela Wright – Humason para Ciegos en Nueva York. Anne continuó con Hellen enseñándole distintas lecciones y actuando como su intérprete. Ella explicaba en las manos de Hellen lo que los profesores decían en clase, y transcribía en los libros utilizando el sistema Braille.

Literatura, fama y activismo

Hellen demostró ser una excelente estudiante, y se graduó con título de honor de la Radcliffe College en 1904. Tenía un poder de concentración extraordinario, muy buena memoria y muy buenos recursos personales para mejorar. Mientras estaba en aquella escuela escribió «La Historia de Mi Vida». Este libro tuvo un rápido éxito y gracias a él ganó suficiente dinero para comprarse su propia casa.

Hellen era muy religiosa y su fe le ayudó a examinar el mundo de una forma más cuidadosa. Comenzó a darse cuenta de que el mundo estaba lleno de injusticias y que todas las personas no estaban en el mismo nivel de igualdad. Hellen colaboró en la creación de la Fundación Americana para los Ciegos con el objetivo de ofrecer servicios a otras personas ciegas.

Recorrió Estados Unidos, dando numerosas conferencias. Se escribieron muchos libros sobre su vida y se hicieron varias obras de teatro y películas sobre su vida. Llegó a ser famosa, fue invitada a muchos países y recibió muchos títulos Honoris Causa de diferentes universidades extranjeras. En 1932 llegó a ser Vicepresidente del Royal Institute for the Blind in the United Kingdon (Real Instituto para Ciegos en el Reino Unido).

Después de su muerte, en 1968, se creó una organización en memoria suya para poder ayudar a los ciegos en un mundo en desarrollo:  Hellen Keller International.

Un ejemplo a seguir

Es importante recordar que sin ayuda Hellen Keller no hubiera podido hacer lo que hizo. Sin su fe en su profesora Hellen probablemente se habría quedado aislada y perdida en un mundo confuso.

También, no hay duda de que Hellen era única, extremadamente inteligente, sensible y decidida. Ha sido la primera persona sordo-ciega que ha demostrado a las personas lo que ha sido capaz de hacer con su vida.

En lugar de preguntarse el “porqué” de su sufrimiento, Helen se abocó a comprender el sentido de la vida y a dar respuesta al “para qué” de su personal realidad.

 

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