El Baobab
El Baobab, el gran árbol africano.
Si queremos descubrir uno de los árboles más curiosos del planeta, no podemos dejar de echar un vistazo al baobab o adansonia. Procedente de África, no destaca por la belleza de su follaje ni por la vistosidad y aroma de sus flores y frutos; más bien, carece de todo esto, y ahí radica su encanto. Con un aspecto casi prehistórico, aunque no alcanza las dimensiones de una secuoya gigante, lo cierto es que a su lado, cualquiera se siente pequeño.
El baobab es un árbol de hoja caduca, que sólo tiene follaje en los meses de verano; el resto del año, sus ramas permanecen desnudas, un duro golpe para el porte que, según cuenta la tradición, tuvo en su día.
Posee un tronco liso, con una madera compuesta por múltiples fibras, por lo que se utiliza de forma habitual para hacer cestos o papel. Esta madera es la que posibilita que dentro del árbol se puedan almacenar miles de litros de agua, que el vegetal consumirá durante las épocas de dura sequía, bastante habitual en el continente africano.
Sus flores, que son de color amarillo o blanco, se abren durante la noche, y son polinizadas por los murciélagos. Tienen, al igual que el tronco, una utilidad práctica, ya que con el polen se elaboran pegamentos. El fruto, que es comestible, aporta vitamina C; además, puede molerse o asarse, para elaborar una bebida semejante al café.
El Fruto del Baobab:
Da un fruto llamado pan de mono, del tamaño de un pequeño melón (Dcha.) que contiene gran cantidad de vitamina C, se emplea para preparar varias bebidas refrescantes. De la corteza del baobab se extrae una fibra con la que se fabrican cuerdas y cestos. Las hojas hervidas sirven como alimento, e incluso el polen mojado se emplea como pegamento.
El fruto del Baobab tiene forma aovada, es muy irregular en su forma, puede medir de 10 cm hasta 45 cm. Es constituido por una parte leñosa externa, muy resistente, cubierta de una pelusa amarillo-verde, y de una parte interna, que constituye la pulpa. Una vez que el fruto está maduro, cae del árbol y al abrirlo encontramos la pulpa deshidratada, con un aspecto polvoriento, de color blanquecino y de sabor ligeramente ácido.
Un fruto de tamaño medio (17 cm de largo por 8 cm de ancho) pesa alrededor de 165 gramos, de los cuales un 40% es representado por semilla y solo un 10-12% de pulpa. Ésta se divide en pequeñas aglomeraciones harinosas que encierran múltiples semillas (ver imagen a la derecha).
El sabor característico de la pulpa, un poco ácido, es debido a la presencia de ácidos orgánicos, tales como: ácido cítrico, tartárico, málico y succínico. Desde siglos se utiliza en muchos países africanos para preparar una bebida (zumo de bouy o gouy) refrescante y energética, rica en fibra, vitaminas, aminoácidos y sales minerales. También se utiliza para preparar helados, batidos o como alimento infantil. En 100 gr. de pulpa están presentes el 75,6% de los glúcidos totales, el 2,3% de proteínas y un bajísimo contenido de lípidos igual al 0,27%. El fruto recién abierto, es consumido también como un caramelo.
La hoja del Baobab:
Las hojas del Baobab pueden ser simples o digitadas, es decir, como los dedos de una mano, y miden unos 10-15 cm. Se encuentran al final de las ramas o también a nivel del tronco. Las hojas representan una fuente nutricional muy importante, sobre todo en aquellos ambientes áridos y pobres en vegetación. Las hojas de baobab en la tradición alimenticia africana se consumen crudas o hervidas, también si la forma más común de aprovecharlas es disecándolas y moliéndolas hasta obtener un polvo (en Senegal se llama Lalo).
Las hojas del Baobab son ricas en vitaminas, minerales y aminoácidos, también si los valores son muy variables según las zonas y las condiciones climáticas. En las hojas encontramos una alta concentración de calcio (260-402 mg/100 gr) y de fósforo (57,5-67 mg/100gr). Es rica en vitamina C, pero también encontramos otras vitaminas, como las del grupo B, especialmente la B3 (niacina).
Del punto de vista nutricional, la hoja puede ser considerada una fuente rica en proteínas, sobretodo en aquellos lugares en que hay escacez de recursos nutricionales. Se considera un suplemento nutritivo en la dieta rico en cereales, como el mijo, tanto para las poblaciones indígenas como para los animales.
En cuanto al contenido de minerales en la hoja encontramos calcio, hierro, potasio, magnesio, manganeso, molibdeno, fósforo y zinc. Esto indica en términos de calidad y cantidad un buen aporte de elementos inorgánicos. En Africa se emplean, una vez secadas y molidas, para ligar el cous-cous de mijo.
La semilla del Baobab:
La semilla representa una parte muy importante del fruto, ya que costituye alrededor del 40% de su peso. Mide unos 4-5 mm y se compone de una sutil piel externa de color café, el endocarpio, y un núcleo, blanco y rico en acidos grasos y proteínas (alrededor de 35 g. por 100 gramos de producto).
Es rica sobretodo en Lisina, Cisteina, Arginina, Tiamina, Riboflavina, Niacina, y en minerales como Calcio, Hierro y Potasio.
En Africa, desde siglos, se extrae un aceite para uso alimenticio y cosmético, como cicatrizante y para hidratar la piel, mientras que tostadas reemplazarían al café.
Troncos huecos:
Los troncos ahuecados del baobab han tenido usos de lo más pintorescos. Han servido de cárcel, casa, granero, establo… Se habla de un baobab en Zimbabwe que se usa como parada de camión que puede resguardar hasta 40 personas.
El gigante en un tiesto:
Aunque estos árboles llegan a convertirse en colosos, pueden ser plantados en macetas, mediante un procedimiento fácil. Se reproducen por semillas, pero la germinación no es siempre segura: unas veces, ésta se produce en poco tiempo, pero, en cambio, en otras ocasiones, las semillas tardan mucho en brotar y no llegan a desarrollarse correctamente. Aunque éstas no se encuentran fácilmente, se pueden adquirir en determinadas floristerías especializadas.
Conviene plantar la simiente en una maceta rellena de una parte de tierra y otra igual de mantillo. Se cubre con un poco de esta mezcla. El brote adecuado de la semilla, que tiene lugar unos diez días después de la plantación, depende de determinadas características como la humedad o la temperatura.
Es adecuado regar el terreno de forma regular al plantar las semillas y cuando, tras el crecimiento, está cubierto de hojas. Sin embargo, es conveniente reducir el aporte de agua si el árbol no tiene hojas, que es durante la mayor parte del año.
Con estos sencillos pasos y cuidados, es posible disfrutar en miniatura del que puede convertirse en uno de los árboles más grandes del mundo, aunque es importante tener en cuenta que es un árbol propio de la sabana y que, por lo tanto, puede que no aguante bien el frío.