La autoestima, por Enrique Rojas
Para ser felices necesitamos tener las bases de nuestra formación bien cimentadas, conocernos y amarnos. Todo se inicia en la infancia, pero la autoestima es un camino que desemboca en la madurez.
El psiquiatra, Enrique Rojas, en su libro, «Vive tu vida», analiza la autoestima a través de distintas etapas de la vida.
Consumismo, hedonismo, relativismo, permisividad son características de una sociedad actual que no tiene tiempo para detenerse a reflexionar, que busca la felicidad en lo material y que presume amores pasajeros que en seis meses han perdido su valor.
Ese es el contexto que percibe el psiquiatra Enrique Rojas, quien habla de cómo se forma la autoestima en cada una de las etapas de la existencia y de cómo su desarrollo nos aleja o nos acerca a la felicidad.
Antes que nada… ¿qué es la autoestima?
La autoestima es “la suma y compendio de la síntesis personal que tiene dos conceptos finales: seguridad y confianza”.
Su crecimiento se inicia en la infancia, pasando por la adolescencia, la madurez y llegando hasta la etapa final de la vida. En cada una de estas estaciones, se crean cimientos que la fortalecen o barreras que le impiden avanzar.
¿Qué desata la baja autoestima?
El doctor Rojas enumera una serie de factores que desencadenan la baja autoestima, entre ellos:
- Ambiente familiar tóxico durante la infancia.
- Mal ambiente escolar.
- Exceso de autocrítica y perfeccionismo.
- Miedo a ser criticado.
- Exceso de susceptibilidad.
Consejos para reforzarla:
- Reconoce y valora las cosas buenas que tienes.
- Identifica dos errores de tu conducta y lucha por corregirlos en los próximos meses. Sé concreto.
- Céntrate en la tarea que tienes entre manos en ese momento. El doctor lo resume como “tengo que estar en lo que estoy”.
La infancia, el paso más importante
“Educar es convertir a alguien en persona, es seducir con los valores que no pasan de moda. Una buena madre es como una universidad doméstica y un buen padre vale más que cien maestros”, asegura el especialista de manera contundente al referirse a la primera etapa de la vida.
Cuando una persona vive una infancia sana, positiva y con afectividad está preparado para el resto de la vida. Rojas llama a esta fase “la escuela de las emociones”, pues en ella nos entrenamos para sentir.
“Al año y medio de edad, el niño maneja 60 o 70 palabras. A los 3 años maneja mil. En ese año y medio se ha producido un crecimiento exponencial del lenguaje, el niño descubre el mundo por la boca. Se lo lleva todo a la boca. Luego, al año y unos meses comienza a caminar, esa es la primera sensación de libertad ‘yo voy a donde quiero’”, subraya el autor de la obra.
“No hay felicidad sin amor”
Adolescencia, descubrir con inteligencia
Esas ganas de libertad crecen durante la adolescencia, etapa en la que surge la rebeldía, los retos son más grandes y queremos comernos el mundo. Aquí, se teje la personalidad con los hilos de la información y la formación.
“La información es saber cosas, tener noticias, saber lo que pasa. La formación es criterio, saber a qué atenerse, tener una norma de conducta. Entender qué pasa en esta sociedad tan compleja, tan rica, tan difícil y tan variada”, señala Rojas.
Es en este momento, agrega el especialista, cuando se moldean los cuatro pilares de una vida plena: el amor, el trabajo, la cultura y la amistad.
“La felicidad consiste en tener un proyecto de vida coherente y realista en donde necesitas sacarle el máximo partido a esta tetralogía que circula dentro de nuestra forma interior”.
Madurez, aprender a amar
Equilibrar estos cuatro conceptos genera una persona segura de sí misma, asertiva y feliz. El no hacerlo, puede acarrear problemas como adicciones, depresión, miedo al compromiso, infidelidad y muchos otros. Esto, debido a la falta de amor por uno mismo.
“Lo más importante es tener las ideas claras. El que no sabe lo que quiere, no puede ser feliz”, subraya el experto.
¿Cómo es que la falta de autoestima afecta a nuestra capacidad de amar? Rojas lo explica a través del trastorno de SIMON, siglas que describen a un hombre soltero, inmaduro, materialista, obsesionado con el trabajo y narcisista.
Esta nueva enfermedad, como la llama el psicólogo, solo ocurre en el sexo masculino y llega cuando el adulto se niega a madurar y comprometerse.
“Esa persona tiene una gran invalidez afectiva y una seria incapacidad para darse. Ocurre porque, actualmente, la adolescencia se está prolongando. Los hombres se niegan a madurar”, comenta.
Infidelidad ¿amarnos demasiado?
Una de las razones más comunes por las que hay infidelidad es el narcisismo o un amor desordenado a uno mismo.
“Se da más en la mujer cuando hablamos de aspecto físico. Las mujeres se adornan, se maquillan. En el hombre se da más el narcisismo psicológico, sobre todo basado en su actividad profesional”, asevera.
A esto se le suma el abuso del “atrévete”, concepto de moda que nos invita a hacer lo que se nos antoje sin ponerlos limites. Gran error al hacer un balance del amor propio.
Serenidad y benevolencia
La última etapa de la vida se describe con esas dos palabras y consiste en darle a las cosas la importancia que merecen, mientras se hace un balance existencial.
“Uno hace una mirada retrospectiva y los grandes argumentos de la vida son explorados. Cada segmento de nuestra vida rinde cuentas”.
De acuerdo con el psiquiatra, aquí es cuando el amor ha madurado pero solo sí se ha trabajado a lo largo de las otras estaciones.
“Enamorarse es el deseo de hacer eterno lo pasajero. Intentar mantener el amor elegido. El amor tiene que ser un sentimiento fuerte de enamoramiento, tener una voluntad firme por mantenerlo e inteligencia para dirigirlo. Es la trilogía del amor sin fecha de caducidad”, concluye al respecto.
Enrique Rojas es Psiquiatra y director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas.