Elogio de la lentitud, por Carl Honoré

Creo que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida.

Hoy todo el mundo sufre la ENFERMEDAD DEL TIEMPO: la creencia obsesiva de que el tiempo se aleja y debes pedalear cada vez más rápido.

La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes… Viajamos constantemente por el carril rápido, cargados de emociones, de adrenalina, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante.

La lentitud nos permite ser más creativos en el trabajo, tener más salud y poder conectarnos con el placer y los otros. A menudo, TRABAJAR MENOS significa trabajar mejor.

Pero más allá del gran debate sobre la productividad se encuentra la pregunta probablemente más importante de todas: ¿PARA QUÉ ES LA VIDA?

Hay que plantearse muy seriamente A QUÉ DEDICAMOS NUESTRO TIEMPO. Nadie en su lecho de muerte piensa: «Ojalá que hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele», y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente.

lentitud

Lo que denuncio no es la rapidez en si misma, sino que vivimos siempre en el carril rápido y hemos creado una cultura de la prisa donde buscamos hacer cada vez más cosas con cada vez menos tiempo, que hemos generado una especie de DICTADURA SOCIAL que no deja espacio para la pausa, para el silencio, para todas esas cosas que parecen poco productivas. Un mundo tan impaciente y tan frenético que hasta la lentitud la queremos en el acto.

La velocidad en si misma no es mala. Lo que es terrible es poner la velocidad, la prisa en un pedestal… Al principio era sólo el terreno laboral pero ahora ha contaminado todas las esferas de nuestras vidas, como si fuera un virus: nuestra forma de comer, de educar a los hijos, las relaciones, el sexo… hasta aceleramos el ocio. Vivimos en una sociedad en que nos enorgullecemos de llenar nuestras agendas hasta límites explosivos.

Las críticas y propuestas de Carl Honoré se sintetizan muy bien en esta entrevista de La Contra de la Vanguardia del 6-2-2005 titulada “Hemos perdido la capacidad de esperar»:

– No es necesario que salgas de tu cuarto. Quédate sentado a tu mesa y escucha…

“…No escuches siquiera, limítate a esperar. No esperes siquiera, permanece inmóvil y solitario. El mundo se te ofrecerá libremente para que lo desenmascares. No tiene elección. Girará arrobado a tus pies”. Así expresó Franz Kafka lo que ya había dicho Platón, que la forma superior del ocio era permanecer inmóvil y receptivo al mundo.

– ¿Nada más lejos de nuestros conceptos actuales?

Estamos atrapados en la cultura de la prisa y de la falta de paciencia. Vivimos en un estado constante de hiperestimulación e hiperactividad que nos resta capacidad de gozo, de disfrutar de la vida, de acceder al placer que uno puede hallar en su trabajo, en las relaciones humanas o en la comida.

– Entonces, ¿nos hemos quedado sin placeres cotidianos?

Somos muy superficiales, no profundizamos en esas cosas, si no le aseguro que cada mediodía nos buscaríamos una agradable terraza en la que comer al sol o un restaurante que nos ofrezca nuestra comida casera preferida. Pero optamos por alimentarnos sin disfrutar ¡porque tenemos mucho trabajo! El consumo de drogas en las empresas estadounidenses ha aumentado un 70% desde 1998, estimulantes para rendir más y más.

– ¿Y cree entonces que la lentitud es la solución?

La lentitud nos devuelve una tranquilidad y un ritmo pausado que nos permite ser más creativos en el trabajo, tener más salud y poder conectarnos con el placer y con los otros. Hay que reaprender el arte de gozar si queremos ser felices.

– “Quien se interesa exclusivamente por la búsqueda del bienestar mundano -decía Tocqueville – siempre tiene prisa, pues sólo dispone de un tiempo limitado para asirlo y disfrutarlo”.

Tratamos de amontonar tanto consumo y tantas experiencias como nos sea posible. No sólo deseamos una buena profesión, sino también seguir cursos de arte, ejercitarnos en el gimnasio, leer todos los libros de las listas de los más vendidos, salir a cenar con los amigos, ir al cine, comprar los adminículos de moda, tener una satisfactoria vida sexual…

– ¿Y le parece mal?

El resultado es una corrosiva desconexión entre lo que queremos de la vida y lo que, de una manera realista, podemos tener, lo cual alimenta la sensación de que nunca hay tiempo suficiente.

– La rapidez, ¿produce rabia?

Es una de las consecuencias de vivir acelerado. La rabia flota en la atmósfera: rabia por la congestión de los aeropuertos, por las esperas, por las aglomeraciones en los centros de compras, por las relaciones personales, por la situación en el puesto de trabajo, por los tropiezos en las vacaciones. Todo objeto inanimado o ser viviente que se interpone en nuestro camino, que nos impide hacer exactamente lo que queremos hacer cuando lo queremos hacer, se convierte en nuestro enemigo. Hemos perdido la capacidad de esperar. La cultura de la gratificación instantánea es muy peligrosa.

– La rapidez es dinero

Estamos pasando de un mundo donde el grande se comía al chico a otro donde el rápido se come al lento, dijo Klaus Schwab, presidente y fundador del Foro Económico Mundial. La importancia de la rapidez en la vida económica es infernal hoy día y eso no lo podemos cambiar, pero sin equilibrio no podremos sobrevivir mucho tiempo.

– Sí, pero los rápidos son más productivos.

Los expertos coinciden en que el exceso de trabajo acaba por ser contraproducente. Según la Organización Internacional del Trabajo, los británicos pasan más tiempo en el trabajo que la mayoría de los europeos y, sin embargo, tienen una de las tasas de productividad por hora más bajas del continente. A menudo, TRABAJAR MENOS SIGNIFICA TRABAJAR MEJOR. Pero más allá del gran debate sobre la productividad se encuentra la pregunta probablemente más importante de todas: ¿para qué es la vida?

– Algún día nos cansaremos de vivir en la oficina.

En un estudio reciente llevado a cabo por economistas en la Universidad de Warwick y el Dartmouuth College, el 70% de las personas encuestadas en 27 países expresó su deseo de un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida privada. Los directores de personal del mundo industrializado informan que los aspirantes jóvenes han empezado a formular preguntas que habrían sido impensables hace 10 o 15 años: ” ¿Puedo salir de la oficina a una hora razonable por la tarde?”

– Los grandes hombres siempre han dedicado tiempo a pensar en las musarañas.

Un reciente estudio de la NASA ha revelado que mantener los ojos cerrados durante 24 minutos obra maravillas en la atención y el rendimiento de un piloto. Y sí, muchos de los personajes históricos más vigorosos y triunfadores han sido inveterados partidarios de la siesta: John F. Kennedy, Thomas Edison, Napoleón Bonaparte, John Rockefeller, Johannes Brahms…

– Pero los intelectuales y los pseudointelectuales de hoy día tienen respuestas inmediatas para todo.

En vez de pensar en profundidad, ahora gravitamos de manera instintiva hacia el sonido más cercano. Las mentes mediáticas a las que hoy escuchamos realizan análisis inmediatos de los acontecimientos en el mismo momento en que se producen, y con frecuencia se equivocan, pero eso apenas importa: en el país de la velocidad, el hombre que tiene la respuesta inmediata es el rey. Pero ya Gandhi decía que en la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad.

– Puede que la rapidez sea nuestra manera de evadirnos.

La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes. La gente tiene miedo a abrazar la lentitud, existe un prejuicio muy arraigado. Lento es sinónimo de torpe, lerdo, perezoso. Pero creo que hay mucha gente en un brete, porque por un lado le parece obvio que debe cambiar su ritmo y, por el otro, la sociedad le manda un bombardeo de mensajes que aseveran que la velocidad es Dios.

– ¿Qué mundo se descubre con la lentitud?

Según mi experiencia hay un antes y un después. Creo que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir. Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida. La mejor forma de aprovechar el tiempo no es hacer la máxima cantidad de cosas en el mínimo tiempo, sino buscar el ritmo adecuado a cada cosa. Hay que plantearse muy seriamente a qué dedicamos el tiempo. Nadie en su lecho de muerte piensa: “Ojalá que hubiera pasado más tiempo en la oficina o viendo la tele”, y, sin embargo, son las cosas que más tiempo consumen en la vida de la gente.

– ¿Hemos pervertido el concepto de ocio?

La filosofía del trabajo la aplicamos en el ocio, que se vuelve una obligación, y caemos en la trampa de hacer demasiado. Hay que reintroducir la idea del juego tanto en el trabajo como en el ocio.

– Los esquimales llaman a hacer el amor “reír juntos”.

El sexo en nuestra sociedad está tan contagiado de la enfermedad de la prisa como todo lo demás, pero en este caso perdemos muchísimo. Disfrutar de una buena relación íntima va mucho más allá de la duración del orgasmo, significa darle otro nivel de profundidad; el vínculo psicológico o la comunicación espiritual es el mayor de los placeres, pero requiere tiempo antes, durante y después. Cada vez más gente en Estados Unidos decide, como el cantante Sting, aprender el sexo tántrico.

– De las filosofías que explican el tiempo, ¿cuál prefiere?

Las tradiciones filosóficas para las que EL TIEMPO ES CÍCLICO, como la china, la hindú o la budista. Según estas culturas, el tiempo nos rodea, renovándose, como el aire que respiramos. Pero en la tradición occidental el tiempo es lineal, un recurso finito. Los monjes benedictinos, que se regían por un horario muy apretado, creían que el diablo buscaba trabajo en las manos ociosas.

– ¿Cómo educar a un niño a un buen ritmo?

A cada vez más padres el instinto les dice que la escuela no es el mejor lugar para educar a sus hijos. Actualmente, más de un millón de jóvenes estadounidenses están siendo ESCOLARIZADOS EN CASA, 90.000 en Gran Bretaña, 30.000 en Australia y 80.000 en Nueva Zelanda. Es una manera de liberar al niño de la tiranía del horario, de dejarles aprender y vivir a su ritmo. Es decir, permitirles ser lentos.

– ¿Con buenos resultados?

Las investigaciones demuestran que los niños educados en casa aprenden más rápido y mejor que los alumnos en aulas convencionales. Y también se ha comprobado que tienen mucho éxito en sus estudios superiores. El temor de que su relación social no sea buena en el futuro también es infundado. Los padres que educan a sus hijos en casa establecen contacto con otras familias para compartir la enseñanza, juegos y viajes de estudio. Como avanzan con más rapidez, estos niños disponen de más tiempo libre para afiliarse a clubs.

– Para ellos puede que el peligro sea la televisión.

Ese es un peligro universal. Cada vez más especialistas relacionan la televisión con el déficit de atención. La extrema velocidad visual de la pequeña pantalla ejerce con toda certeza un efecto en los cerebros juveniles. Un vídeo de Pokémon lleno de luces destellante que emitió la televisión japonesa en 1997 causó ataques epilépticos a casi 700 niños. Para protegerse de las demandas, las empresas de software adjuntan a sus juegos advertencias sobre los riegos para la salud que conllevan. En general, creemos que la televisión nos relaja y no es cierto. De media, EN ESPAÑA SE PASAN CUATRO HORAS DIARIAS FRENTE AL TELEVISOR. La tele se ha vuelto el agujero negro del tiempo en la vida moderna, chupa todo el tiempo de ocio y nos deja cansados, hiperestimulados y pobres de tiempo.

– Quizá la velocidad sea una manera del propio sistema para tenernos controlados.

Creo que el capitalismo es un sistema muy flexible y que se puede adaptar, aunque el movimiento en defensa de la lentitud implique un cambio cultural muy profundo. Pero cada vez hay más gente que defiende la lentitud, llegar a una masa crítica es cuestión de tiempo.

– ¿Cuál es el primer paso?

Aceptar que uno vive mejor cuando hace menos. Mirar la agenda y colocar todo lo que hacemos durante la semana en ORDEN DE PRIORIDAD y empezar a cortar desde abajo, lo que no resulta nada difícil, porque llenamos nuestro tiempo de cosas que no son esenciales, lo hacemos por reflejo, porque eso es lo que se hace. El segundo paso es seleccionar los programas de televisión que nos interesan y no encenderla por costumbre. Así le podrá dar más tiempo a las cosas importantes: la comida, las relaciones, el sexo, lo lúdico y la calidad de trabajo.

– ¿No tiene la sensación que haciendo menos la vida se reduce?

Ese es el miedo, pero la realidad es la contraria: al no estar atrapado en la telaraña de compromisos las cosas empiezan a ocurrir casi de forma sorprendente e inesperada.

Autor: Carl Honoré

Publicaciones Similares

  • Sobre el amor, Sri Swami Shivananda

    ‎El amor es la ley de la vida. Amar es cumplir la Ley. Y cumplir la Ley significa paz eterna y felicidad perdurable. Este mundo ha surgido del amor. Existe en el amor. Se disuelve finalmente en el amor. El amor es la fuerza motivadora del universo. El amor es la vida. Es felicidad. Es calor. Es un cordón de oro que ata un corazón a otro y un alma a otra. El amor es constructivo y creativo. El amor ata y edifica. Es el principio de la regeneración. Es una verdadera sustancia que puede utilizarse con confianza. Es algo concreto y positivo. Quien aplica la ley del amor con…

  • 10 maneras de mejorar tu inteligencia emocional

    10 maneras de mejorar tu inteligencia emocional. 1) No huyas de tus sentimientos. Si los sentimientos son incómodos no huyas de ellos. Párate por lo menos una vez al día a reflexionar y preguntar: “¿Cómo me siento?” 2) No juzgues ni edites tus sentimientos con demasiada rapidez. Trata de no castigar tus sentimientos antes de tener la oportunidad de pensar en ellos. Hay algunas emociones negativas que pueden ayudarnos a crecer si sabemos manejarlas. Debemos analizarlas como si fuéramos un observador externo, con curiosidad, preguntándonos por qué están ahí, qué daño nos hacen, qué es lo bueno que podemos extraer de ellas. 3) Encontrar las conexiones entre tus sentimientos. Cuando surja…

  • Los 10 aspectos de la diosa

    Hay diez maneras de ser, formas de reaccionar, que se ven reflejada en estos 10 aspectos de la diosa: ¿Porque en un momento de su vida una mujer elige esto y no aquello, opta por casarse o permanecer soltera, tener un hijo o no, ser artista o científica, ama de casa o psicóloga? ¿Que la lleva a continuar una carrera independiente o a quedarse en los roles de la mujer “tradicional”? ¿Que la hunde en depresiones o la alza en alas de la dicha erótica? Jean Shinoda Bolen dice que son dos fuerzas opuestas que nos tironean: desde afuera, los estereotipos culturales y las costumbres, desde adentro los arquetipos de la…

  • «Estar Enamorado no es Amar» – Jorge Bucay.

    Estar enamorado no es amar. Porque amar es un sentimiento y estar enamorado es una pasión.  Las pasiones, por definición son emociones desenfrenadas, fuertes, absorbentes, intensas y fugaces como el destello de un flash. Hay que entender esto para poder diferenciar después el enamoramiento del amor. Durante el tiempo que dura el enamoramiento, uno vive en función del otro: si llamó, si no llamó, si no está, si me miró, si no me miró, si me quiere, si no me quiere… Estar enamorado es enredarse en un doloroso placer, el de la disolución en el otro. Si nos detuviéramos a pensarlo en serio nos daríamos cuenta de lo amenazante para…

  • Según te mueves, así te perciben

    Exploradores de nuestro mapa emocional. Conociendo un poco más de cerca qué hace la Biodanza por nosotros Biodanza es una ciencia y también una poética del encuentro humano, un arte sutil de integración con el Universo. Metafóricamente Biodanza es “La danza de la Vida” y su fundamento filosófico es el principio Biocentrico, nuevo paradigma que pone LA VIDA como centro, permitiendo que las personas gocen intensamente la vida en paz, armonía, respeto y libertad, desde el contacto con uno mismo, con los demás y con la naturaleza. A su vez, promueve la confianza, la seguridad, la autoestima, la comunicación y la mejora de las relaciones interpersonales, rescatando desde nuestro adulto…

  • Hijos de la vida

    Vuestros hijos no son vuestros hijos. Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de perpetuarse. Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros. Y aunque están a vuestro lado, no os pertenecen. Podéis darle vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Porque ellos tienen sus propios pensamientos. Podéis cobijar sus cuerpos, pero no sus almas. Porque sus almas viven en la casa del porvenir, que está cerrada para vosotros, aún para vuestros sueños.Podéis esforzaros en ser parecidos a ellos, pero no busquéis hacerlos a vuestra semejanza. Porque la vida no se detiene ni se distrae con el ayer. ———————- Khalil Gibran ————————