Leyenda del amor eterno

Un día el hijo de un bravo guerrero se enamoró de una joven muy bella y ambos decidieron casarse tras lograr el permiso de sus padres. Como se amaban tanto y sabiendo de los peligros de la convivencia, decidieron visitar al brujo de la tribu para que les preparase un
conjuro que hiciese su amor y su alianza realmente eternas.

El brujo le dijo al guerrero:
Ve a las Montañas del Norte y sube a la más alta que encuentres y cuando estés en su cima busca el halcón más vigoroso, el más fuerte y más valiente de todos. Debes cazarlo y traerlo vivo aquí.

Luego dirigiéndose a la hermosa muchacha le dijo:
Tú ve a las Montañas del Sur y busca en la cordillera el águila más cazadora, la que vuele más alto y de mirada más profunda. Tú solita debes cazarla y traerla viva aquí.

Tras varios días de andar por las montañas, el guerrero y la muchacha consiguieron sus objetivos y volvieron muy satisfechos con las hermosas aves junto al brujo.

– ¿Qué debemos hacer con ellas?, le preguntaron
– Son hermosas y fuertes estas aves, ¿verdad?, les preguntó el brujo.
– Sí, respondieron ellos. Son las mejores que hay y nos costó mucho capturarlas.
– ¿Las visteis volar muy alto y muy veloces?,  les preguntó el brujo de nuevo.
– Sí. Volaban más alto y más rápido que ninguna respondieron los dos.
– Muy bien. Ahora quiero que las atéis la una a la otra por las patas.

Los dos jóvenes así lo hicieron y siguiendo las instrucciones del brujo Después las soltaron. Las pobres aves intentaron echar a volar pero como estaban atadas la una a la otra se estorbaban y no pudieron hacerlo. Lo único que conseguían eran tropezarse la una con la otra y haciéndose daño se revolcaban por el suelo.

– ¿Veis lo que les sucede a estas aves? -les dijo brujo- Atadas la una a la otra ninguna es capaz de volar mientras que solas lo hacían muy alto.

Este es el conjuro que os doy para que vuestro amor sea eterno:

«Que vuestra alianza no sea atadura para ninguno sino fuerza y aliento para crecer y mejorar como personas.
Que vuestro amor no os cree dependencias sino que manifieste el cariño y la solidaridad de quienes comparten el mismo pan.
Respetaros como personas y dejar que cada uno pueda volar libremente para ir aprendiendo a volar juntos por el ancho cielo.»

Si actuáis así vuestro amor podrá ser realmente eterno porque nunca será una limitación sino un estímulo para que cada uno pueda crecer.

Cierto es que todo lo que limita al alma muere tarde o temprano en esta vida porque nuestra ley suprema es la del crecer y evolucionar como personas. Muere un amor desgraciado que atenaza a los amantes y los oprime como personas. Muere con la alegría como quien de repente sale libre de una cárcel donde prisionera estaba su alma.
Pero también muere un amor feliz aunque muera con pena. Muere cuando reblandece a los amantes y los hace más vulnerables y dependientes como personas.
El único amor que nunca muere, el único amor que supera incluso a la muerte es ese pacto sagrado de las almas por el que ambas se ayudan en su evolución, por la que ambas se respetan para que puedan ser libres y a la vez solidarias entre sí.

Si quieres que tu amor sea realmente inmortal no ahogues con tu abrazo la libertad de tu amante y que vuestro pacto sea siempre el del mutuo crecimiento.
Que vuestro amor os de fuerzas para volar muy altos como las águilas en el cielo, para volar juntos trazando círculos en el cielo y también para saber volar en solitario sin apegos y sin miedos. Sólo así vuestro amor podrá ser realmente eterno porque no solo será alimento y gozo para el cuerpo sino fuerza para vuestro espíritu.

Historia Indígena –

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