El Sabio y el Erudito
Se trataba de un erudito muy pagado de sí mismo que siempre estaba haciendo gala de sus conocimientos de todo orden, menospreciando a aquellos que no eran tan cultos como él. Escuchó hablar de un sabio y acudió a visitarlo, pero no para interesarse por él o preguntarle algo sobre la ciencia espiritual, sino para jactarse de sus conocimientos.
– No hay rama de la ciencia o de la filosofía que no haya estudiado e investigado -dijo-. Soy una biblioteca viviente. Mis conocimientos son incalculables.
Entonces el sabio le miró directamente a los ojos y exclamó:
– ¡Necio ignorante!El erudito se descompuso, arrebatado por la ira. Se lanzó contra el sabio y comenzó a golpearlo, una y otra vez, hasta quedar ahíto.
El sabio le sonrió después de haber sido maltratado y el erudito se quedó petrificado al comprobar la serenidad de ese hombre. Pausadamente el sabio le dijo:
– Has aprendido mucho, sin duda, pero no has aprendido a controlar tu mente ni tus reacciones. Sabes mucho, pero no eres un hombre de paz.El erudito se marchó avergonzado.
REFLEXIÓN:
El saber libresco, la erudición y el conocimiento no son sabiduría. El conocimiento es información y acumulación de datos, pero no sabiduría. El conocimiento y la información se pasa de unos a otros, pero la sabiduría es privativa e intransferible.
El conocimiento no tiene alcance transformativo, pero la sabiduría muta la consciencia. Se pueden tener muchos conocimientos y ser un necio, innoble y mezquino; pero un sabio es como una lámparaque se ilumina a sí mismo y a los demás, y se guía por la lucidez y la compasión.
La consciencia y la voluntad dan por resultado la capacidad de ejercer un dominio saludable sobre uno mismo y mejorar la relación con los demás. Se pueden conocer muchas cosas, pero lo esencial es conocer al que conoce.
Sabio es en verdad el que se conoce y puede regularse en pensamientos, palabras y actos.
El verdadero autoconocimiento viene dado mediante la observación atenta ecuánime de uno mismo. Cuando uno se va descubriendo, comienza a ver su lado sano y su lado insano, y puede trabajar para desarrollar el primero de ellos e ir debilitando el segundo.
La sabiduría consiste en ver las cosas como son desde la pureza de la mente y así proceder de una manera más equilibrada, sembrando armonía entre uno mismo y las otras criaturas. La sabiduría no viene de afuera, sino de adentro, y por eso Buda insistió: «Enciende tu propia lámpara».
Fuente: Espacio Humano
Autor: Ramiro Calle
www.ramirocalle.com