El mito del amor romántico

El mito del amor romántico proclama que una mujer busca al padre/amante/salvador que le resuelva todos los problemas.

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El mito del amor romántico proclama que una mujer busca al padre/amante/salvador que le resuelva todos los problemas. En este caso, ella es presa de falsas nociones de realización: “Si encuentro al hombre adecuado, seré feliz”…, “si encuentro al jefe adecuado, ascenderé rápidamente”, “si estoy con un hombre poderoso, también yo tendré poder”, “puedo ayudarle en su carrera, en sus negocios, en sus escritos”. El mensaje subyacente es: “no tendré que averiguar lo que yo quiero hacer, pues puedo vivir su vida”.

Los hombres cumplen la expectativa social de tomar a su cargo a la mujer y de evitarle tener que abrirse su propio camino. “Con su promesa de completarla y protegerla, perpetúan la creencia de que ella no necesita emprender un viaje heroico. Matarán a los dragones por ella”. El sentido de sí mismo del hombre se ve reforzado rescatando a una mujer.

Las mujeres siempre esperan. La pequeña niña de papá espera junto a la ventana, con su nariz pegada al cristal, escrutando en la oscuridad los faros de su coche. Durante la adolescencia espera su llamada junto al teléfono. Espera el primer beso…, la primera cita, el primer orgasmo.

Las mujeres son educadas para esperar.

En la siguiente fase vemos a nuestra joven, ya madre, cuidando a su bebé, mientras espera en casa a que su marido vuelva del trabajo. Él es su vínculo con el mundo exterior y se encarga de todo. Ella espera a que la vida comience; ha oído los murmullos: “no te bastas a ti misma”, “necesitas complementarte”, necesitas al otro”, “tienes que esperar”.

En la mayoría de los cuentos de hadas, la heroína es sacada de su estado de espera, de su estado de inconciencia y, de manera instantánea y radical, es transformada en algo mejor. El catalizador de este cambio mágico es normalmente un hombre. Blancanieves, Cenicienta, la Bella Durmiente y Perséfone ¡todas ellas comparten variantes del mismo príncipe! Sin embargo, lo cierto es que cuando ocurre realmente una transformación en la heroína, generalmente no es el resultado de un rescate externo, sino de un intenso desarrollo interno que dura un largo periodo de tiempo.

Extracto del libro «Ser Mujer, un viaje heróico» de Maureen Murdock

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