La inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad… con despreocupación, con armonía y con amor.
Y cuando aprovechamos las fuerzas de la armonía, la alegría y el amor creamos éxito y buena fortuna con gran facilidad.
La ley del menor esfuerzo se basa en el hecho de que la inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad y despreocupación. Ése es el principio de la menor acción, de la no resistencia. Por consiguiente es el principio de la armonía y el amor. Cuando aprendemos esta lección que nos enseña la naturaleza, satisfacemos con facilidad nuestros deseos.
Si observamos la naturaleza veremos que ella utiliza un esfuerzo mínimo para funcionar. La hierba no tiene que hacer ningún esfuerzo para crecer sencillamente crece. Los peces no se esfuerzan para nadar, sencillamente nadan. Las flores no hacen ningún esfuerzo para abrirse, sencillamente se abren. Las aves no se esfuerzan para volar, sencillamente vuelan. Ésa es su naturaleza intrínseca.
La Tierra no se esfuerza para girar sobre su eje es su naturaleza girar a velocidad vertiginosa en el espacio. Es la naturaleza de un bebé estar siempre en estado de dicha. Es la naturaleza del sol brillar. Es la naturaleza de las estrellas titilar y destellar. Y es la naturaleza humana hacer que los sueños se conviertan en realidad con facilidad y sin esfuerzo.
En la ciencia védica la filosofía milenaria de la India este principio se conoce como economía de esfuerzo o «hacer menos para lograr más». Al final llegamos al estado en que sin hacer nada lo realizamos todo. Esto significa que una ligera idea puede convertirse en realidad sin esfuerzo alguno. Lo que conocemos normalmente como «milagros» son en realidad manifestaciones de la ley del menor esfuerzo.
La inteligencia de la naturaleza funciona sin esfuerzo, sin resistencia, espontáneamente. No es lineales intuitiva, holística y estimulante. Y cuando estamos en armonía con la naturaleza, cuando estamos seguros del conocimiento de nuestro verdadero yo podemos utilizar la ley del menor esfuerzo.
Es mínimo el esfuerzo que hacemos cuando nuestros actos brotan del amor porque es la energía del amor la que aglutina la naturaleza. Cuando tratamos de conseguir el poder para controlar a los demás gastamos energía.
Cuando buscamos el dinero o el poder para satisfacer al ego, gastamos energía persiguiendo la ilusión de la felicidad en lugar de disfrutar la felicidad del momento. Cuando anhelamos el dinero para beneficio personal únicamente cortamos el flujo de energía hacia nosotros e impedimos la expresión de la inteligencia de la naturaleza.
Pero cuando nuestras actuaciones nacen del amor no hay desperdicio de energía. Cuando nuestros actos brotan del amor la energía se multiplica y se acumula – y el exceso de energía que recogemos y disfrutamos puede canalizarse para crear cualquier cosa que deseemos incluida la riqueza sin límites.
Autor: Deepack Chopra
Me parece sencillamente inspirador y sencillo. Como puede ser que no seamos capaces de aplicarlo.
Mil gracias por recordarlo.
Carmen