Microprácticas de yoga tántrico

La puerta a la Presencia: no hay más ritual que respirar, caminar, mirar la tierra, los árboles, los objetos que nos rodean. Tocar la vida, la realidad, profundamente. No hay nada más que buscar.

Microprácticas de yoga tántrico

Hazlas sin olvidar que lo fundamental es experimentar placer con la Presencia, así volvemos a ella una y otra vez, y entonces deja de ser una práctica y se convierte en una forma de gozar plenamente la vida.

Por ejemplo: «Me levanto, noto el contacto de mis pies sobre el suelo. Preparo el desayuno, toco la taza, humea, el pan tibio, el cuchillo frío. Me ducho, el agua caliente cae sobre mi piel…»

Esta vida de estremecimientos continuos es la del yoga de la atención y la conciencia. Se trata de emerger del automatismo que no me aporta satisfacción alguna.

Aprender a gozar de los placeres simples nos libra poco a poco de la búsqueda de esos placeres intensos que perseguimos porque nos despiertan del sopor sensorial. Piense que esa agua que está bebiendo le desea, sienta cómo le penetra.

Para los tántricos el deseo es la vida misma. Uno de sus textos más antiguos dice: «El deseo existe en ti como en todo. Advierte que se encuentra también en los objetos y en todo aquello que la mente pueda percibir».

Debes sentir que todo te desea. El agua que bebes, la nieve, la lluvia, el sol… No tocamos de la misma forma una taza de café que nos desea, ni miramos igual una flor que nos desea. Establecemos una relación extremadamente sutil con los objetos y dejamos de ser unos depredadores que quieren apropiarse de todo lo que desean.

La presencia, la atención desnuda, es suficiente para acabar con lo que obstaculiza la fluidez de la vida. Si dejas que todos tus sentidos se estremezcan con cada sensación, la satisfacción será continua y profunda y te llevará a la alegría.

Basta tomar conciencia unos segundos. Cuando te despiertes entra en tu cuerpo (observa los latidos del corazón, las tensiones, la puesta en marcha de la mente). Luego, conscientemente, abandona la atención y vuelve a conectar el automático. Más tarde, al caminar con los pies descalzos, estate presente en cinco o seis pasos, luego retira la atención. Al salir de casa, durante unos segundos, presta atención al cielo y, tras una pausa, a los movimientos de tu cuerpo. Hazlo 50 o 60 veces por día durante quince segundos. No aumentes la duración de las prácticas, sino su cantidad.

 

Todas las veces que logras captar la vida en su inmediatez, tu respiración se relaja en armonía. Si puedes obtener el placer que da la presencia, tu alegría ya no dependerá de circunstancias esperadas, sino de la simple realidad… Tu entorno será tocado mucho más profundamente por tu presencia que por tu discurso. Si perseveras en esta práctica, descubrirás que ya no hay práctica, simplemente placer, ese es el secreto tántrico.

 Si perseveras la práctica, descubres que ya no hay práctica, simplemente placer.

 

Parte de una entrevista a Daniel Odier.

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