La ciencia del Yoga nos enseña que la búsqueda interior es uno de los propósitos más loables del ser humano. En el camino de esa búsqueda existen muchos senderos que conducen al encuentro final con uno mismo, pero a veces se hace necesario parar por un instante para tomar referencias y centrar nuestro objetivo. Llega un momento que la vida se acelera tanto que parar en el camino nos ayuda a no perdernos el resto del viaje. Pero, ¿Cómo podemos parar sin ser arrastrados?
Todos en algún momento de nuestra vida hemos necesitado o necesitaremos enfrentarnos o incluso aceptar situaciones díficiles que se nos presentan, y en ocasiones inesperadamente. La dificultad en la superación de estas dificultades siempre es subjetiva, ya que depende de nuestro grado de crecimiento y de los recursos con qué disponemos en ese momento. Estos recursos son necesarios para de alguna manera delimitar nuestro nivel de resiliencia, es decir nuestra capacidad para aceptar y superar las dificultades, y que no nos afecten en ningún aspecto de orden emocional, de lo contrario caeremos en la necesidad de pedir urgentemente “que esto se pare, que me quiero bajar”, cuando llegamos a nuestros límites de aguante.
El practicante de Yoga tiene una gran ventaja a la hora de afrontar cambios y situaciones difíciles. A lo largo de su evolución en la práctica aprende a ser más consciente de lo que está pasando en cada momento. Durante su “Sadhana” o práctica personal, no solamente se dedica a ejecutar de manera correcta los asanas o posturas físicas que le llevarán a un mayor conocimiento de su propia anatomía, sino que también aprende a ser más consciente de lo que en cada momento de la práctica está haciendo. Y esto es lo que distingue una práctica física cualquiera de una práctica yóguica, no los movimientos, las posturas, o el esfuerzo que se realiza, sino el grado de atención y consciencia que se pone durante la misma. «Sin consciencia no hay evolución”.
No es posible conocer verdaderamente el alcance de los beneficios del Yoga sin haberlo antes probado y experimentado. Muchas personas se acercan a la práctica del Yoga quedándose únicamente en los Asanas (las posturas físicas), y abordan el Yoga como una disciplina puramente física. Otras personas que buscan más lo sutil, se acercan a la Meditación, como parte mental de la práctica de Yoga. Y son mas bien pocos los que integran ambos aspectos, físico y mental. Por supuesto, aún menos los que van más allá y conectan con el fondo espiritual de la práctica, a través de la escucha interna, el discernimiento, la entrega, y el aprendidaje que encierra siglos de sabiduría del yoga.
Acercarse al Yoga y a sus principios, implica conectar con la naturaleza esencial de uno mismo, reconocer los valores, las virtudes y los potenciales que permitirán a la persona adquirir una mayor comprensión y claridad de sus circunstancias y hasta incluso, el propósito de su existencia.
La práctica de Yoga requiere constancia y disciplina para desarrollar y constatar en el tiempo los avances personales obtenidos en todos los planos: físico, mental, emocional y espiritual. Sin embargo esta constancia y profundización en los distintos planos, es muy difícil conseguirla con tan solo acudir a un par de horas de clase por semana, en término medio. Requiere un compromiso con uno mismo a través de horas de meditación, estudio, discernimiento y también práctica física. Un compromiso que hace necesaria la opción de experimentar con intensidad, varios días de entrega y convivencia en Yoga. Todo ello en el marco propicio que ofrece un Retiro de estas características, en donde desde que te levantas hasta que te acuestas, tu mente está inmersa en la práctica de cada uno de los planos anteriormente mencionados. Pero además con el componente añadido que eleva exponencialmente el valor de los resultados, la unión con el grupo, la relación social con más personas que están en el mismo camino, el del crecimiento, el conocimiento y la evolución personal.
Es por eso que cuando decidimos acudir a un retiro de Yoga debemos analizar cual es la situación en la que nos encontramos y que es lo que esperamos obtener, aunque este último punto siempre es mejor dejarlo abierto, sin expectativas, para que resulte viva y apasionante la experiencia, y no algo premeditado.
Es bueno pararse en algún momento para tomar referencias y ser conscientes que en el camino existen etapas por las que tenemos que pasar, y hacerlo centrados y en coherencia nos permitirá llegar a nuestro destino más anhelado, el de la búsqueda y encuentro con nuestra verdadera esencia.
Alberto Robles
www.inyoga.es
Esto lo pondremos en práctica en el Retiro de Yoga y Meditación : Integrando el Yoga del 8 al 10 de Noviembre |