La leyenda de los sentimientos es frecuentemente atribuida a Mario Benedetti, quien no la escribió realmente. Se ha dicho que es una versión corregida de un cuento de otro au
tor.
Realmente no es importante quién la escribió, lo que importa es que es una hermosa historia que nos deja una gran enseñanza.
Cuenta la leyenda que en algún lugar de la Tierra se reunieron las diferentes virtudes y vicios de los humanos. El Aburrimiento empezaba a contagiar a los demás, por lo que Locura convenció a todos de jugar a las escondidas.
Intriga se vio interesada y Curiosidad preguntó todo acerca de ello. Sabiduría aseguró que se trataba de un viejo divertimento, solo hacía falta que alguien se tapara la cara, contara hasta un millón, y los demás se escondieran para luego ser encontrados.
De repente, Entusiasmo y Euforia comenzaron a saltar: les encantaba la idea del juego. Su felicidad incitó a Duda a participar, e incluso a Apatía, que siempre estaba alejada de todo y todos, expresó deseos de entrar en el juego.
Cuando Locura empezó a contar, Soberbia dijo que el juego era muy tonto, pero la verdad es que solo le molestaba que Locura haya sido quien propusiera el juego primero.
Pereza empezó a cansarse y decidió esconderse detrás de la piedra más cercana. El Triunfo, decidió esconderse en el árbol más alto mientras que detrás de él iba Envidia. Mientras esto ocurría, Fe comenzó a volar y se escondió en las nubes, algo que solo la Fe podía lograr.
La Generosidad, por su parte estaba muy preocupada por aquellos que no encontraban escondite, por lo que ayudaba a casi todos. El Egoísmo, por su parte encontró escondite en una cueva y no le contó a nadie.
Cuando Locura terminó de contar, al primero que encontró fue a Pereza, que estaba a tres pasos de ella, luego encontró a Pasión y a Deseo, que se ocultaban en el fondo de los volcanes. La siguiente fue Mentira, que era tan engañosa que le hizo creer que estaba debajo del agua, pero en realidad estaba en medio del arco iris.
Siguió tras la pista del Olvido, pero se le olvidó dónde conducía esa pista, por lo que lo dejó para después. Quien no había logrado esconderse hasta entonces era el Amor, quien trató de hacerlo dentro de unos matorrales cuando Locura apenas se acercaba. Locura no era tonta, por lo que se imaginó que Amor se había escondido en los rosales.
Ya que los rosales tenían espinas, Locura tomó una horqueta y comenzó a hincarla. De pronto escuchó un alarido de dolor. Había herido los ojos de Amor. En ese momento, Locura le pidió perdón y le ofreció ser su lazarillo por siempre, ya que le había destrozado los ojos. Desde entonces, el amor es ciego y la locura le acompaña.
Y tú, ¿ya lo habías escuchado? Este es un cuento muy popular contado sobre todo a niños, y aunque parece una fantasía, en realidad nos enseña mucho sobre la naturaleza de las personas y los sentimientos que motivan sus acciones. Vale la pena difundirlo.