Cuando nuestro lenguaje está realmente en concordancia con nuestro cuerpo, alma y espíritu, entonces hablar resulta armonizador, integrador y sanador, además de más auténtico y efectivo.
El trabajo en la voz y el lenguaje no verbal es fundamental, teniendo en cuenta que el lenguaje tiene un rol en nuestra vida tan importante como comer o dormir. Así como a través de nuestra alimentación podemos enfermarnos o puede ser fuente de salud, lo mismo ocurre con el lenguaje. Nuestro modo de hablar nos puede resultar enfermante o curativo. Nuestro lenguaje puede ser nuestro peor enemigo, el que nos dificulta la comunicación, impidiéndonos transmitir nuestros sentimientos y pensamientos con fluidez o gracias a él podemos llegar a la gente, permitiéndonos expresarnos con autenticidad y veracidad. Nuestra incorrecta dicción y respiración puede ser a la larga causa de una enfermedad mientras que una correcta dicción (que significa también correcta respiración), acorde a las cualidades de los sonidos, puede permitir que sus efectos curativos actúen en nosotros proporcionándonos salud.
Si en el hablar cotidiano nuestros sentimientos y nuestro carácter influyen sobre nuestro lenguaje, en el “Arte de la Palabra/ Fuerza Curativa del Lenguaje”, hacemos el camino inverso: será el lenguaje, con todo su caudal creativo y curativo el que influya sobre nuestras emociones y nuestro cuerpo.
A través del timbre, tono, gesto, dinámica y respiración tomamos conciencia de las emociones que fluyen en nuestro lenguaje y a través del efecto curativo de los sonidos, transformamos, purificamos y enriquecemos estas emociones.
Todo cambio de la voz a nivel físico repercute en nuestro estado global, ya que tras cada dolencia existe un patrón anímico. Lenguaje y emociones interactúan constantemente, influenciándose constantemente la una a la otra del mismo modo que constantemente interactúan y se influencian el cuerpo físico y el anímico.
Por eso en este caso hablar de trabajo en la voz es hablar de trabajo general en uno mismo y viceversa.
Algunos ejemplos para clarificar:
Alguien es de carácter excesivamente “blando”. Esto se escucha en su tono de voz suave, redondeado, poco articulado. Ciertos ejercicios con sonidos como D, T con gestos corporales lineales y textos acordes, le aportarán firmeza, tanto a su voz como a su carácter. Otras veces escuchamos a alguien con un lenguaje frío, seco, mecánico. Está desconectado del sentir. Necesita sonidos cálidos, blandos. El que habla entrecortado, trabado, es que también en su vida anímica está falto de fluidez y expansión. Se beneficiará enormemente de las cualidades expansivas y de fluidez de la L, así como otro con tendencia depresiva puede necesitar el vigor y energía de la R.
Con frecuencia el lenguaje está totalmente desconectado del cuerpo, como es el caso de las voces nasales, donde combinaciones específicas de sonidos y movimiento ayudan a enraizar (tanto a la voz como a la persona, la ayudan a conectarse con su cuerpo y emociones!). Otras veces, como en el caso de las carrasperas, la voz está como atada, atascada y lo que necesita son alas, liberación. Cuando se produce la liberación de la voz, la persona, en todo su ser, se siente más libre y ligera.
Conciencia en la manera de comunicarnos, que nuestro lenguaje, en vez de reflejar trabas y bloqueos, esté a nuestro servicio, siendo verdadero vehículo de lo que queremos expresar, tanto a nivel emocional como cognitivo, no es solo tarea de actores y oradores profesionales, sino que debe y puede estar al alcance de todos.
Muy interesante este enfoque sobre la manera en que el lenguaje influye en el desarrollo personal y el uso específico de algunas letras puede de alguna manera modelar el carácter. Es importante utilizar un diálogo positivo con nosotros mismos, así vamos refinando nuestra conducta.